En dos años el occidente del país ha sido sacudido por dos funestos terremotos, y ha dejado por los suelos 444 edificios escolares, según la Conred. ¿Cuántos niños se quedaron sin aulas? No lo sabemos, como no sabemos tampoco cuántos este año estarían tocando a sus puertas para ser atendidos, ni mucho menos cuántos en sobreedad necesitan ser escolarizados o a cuántos kilómetros de distancia les queda (¿quedaba?) la escuela más cercana.
Sin datos confiables no hay políticas públicas, pero al régimen militar que se nos impuso eso para nada le importa. Ahí van, empujando la carreta y concentrando todos los esfuerzos en la campaña electoral anticipada que lleva ya treinta y un meses, pues arrancó el mismo día que tomaron posesión. Lo que les importa es el control del poder; no interesa que los servicios públicos estén por los suelos.
Al Mineduc apenas si le informan por dónde va la cosa, pues aunque lleven a la ministra de comparsa a los eventos donde “fisiquines” se abrazan, contorsionan y gritan en abierta campaña electoral, la construcción y reconstrucción de escuelas está a cargo del Ministerio de Comunicaciones, quien manda y desmanda sobre los recursos públicos como parte de los tantos absurdos en los que la política pública ha sido enredada por los depredadores del erario. Sin un censo de población y sin una visión estratégica sobre la cobertura escolar, poco o nada importa si hay más o menos aulas.
Para 2013 (y en consecuencia también para 2014 porque no se aprobó nuevo presupuesto) la Unidad de Construcción de Edificios del Estado (UCEE) cuya exclusiva responsabilidad son los edificios escolares, contó con Q42 millones, que los presupuestó para la “rehabilitación, ampliación y construcción de 10 establecimientos”, y la compra de 10 mil 840 pupitres (¿los recuerdan? Todos pintados de naranja), y se ejecutó apenas 61%, lo que se tradujo en la conclusión de apenas 3 escuelas.
Sí, ¡solo tres escuelas!
Cómo con esas obras se cubren las necesidades de la población, nadie lo sabe, y tal parece que a quienes nos gobiernan no es cosa que les quite el sueño.
Para recuperar los edificios dañados por el terremoto de noviembre de 2012 se ha usado el préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del que en 2013 solo se ejecutó 33%, y se repararon apenas 48 establecimientos, que para enero de este año no habían sido aún entregados. Los niños y jóvenes tuvieron otro terremoto; reciben clases sobre piedras y en la calle, pero el responsable directo de todo ello, el titular del Ministerio de Comunicaciones, sigue en campaña y lo único que le interesa es aparecer.
El sistema escolar tiene otros lugares donde le dan limosnas y migajas, tal el caso del Fondo de Desarrollo Social (Fodes) del Ministerio de Desarrollo, pero allí también el ministro poco sabe del asunto y para nada le importa, pues está concentrado en ser diputado por Sacatepéquez. ¿Que el Mides sería ejemplo de eficiencia y beneficio público? A otros con ese cuento, pues ya vendrá otra campaña y entonces dirán que hay que ponerlo a funcionar. Claro, desde ese fondo se administran, entre otros, los millones que la mina Marlin dio al Presidente, pero nadie da razón de ese dinero y su destino bien puede ser el mismo de los cheques taiwaneses de hace diez años, pues los mineros lo que estaban comprando era complicidad y protección militar, sin importarles efectivamente el desarrollo de las comunidades, que al fin y al cabo ese no es su negocio.
Ante situaciones como esas es evidente que los niños salgan huyendo despavoridos a buscar dónde les den trabajo, así tengan que pasar por vejaciones y pongan en riesgo su vida. La demagogia de ir durante unos minutos a mal leer algunas líneas de un libro a los niños no resuelve para nada el problema, como tampoco lo resuelve poner en manos de consorcios privados la formación de los futuros maestros.
Publicado el 27 de agosto de 2014 en www.s21.com.gt por Virgilio Álvarez Aragón http://www.s21.com.gt/pupitre-roto/2014/08/27/sin-escuelas-pero-campana
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