Innovación y vacas flacas

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ALFRED KALTSCHMITT

El Presupuesto General de la Nación es un compendio -más de carácter político que de rigor financiero- en donde supuestamente deberían asentarse los gastos de funcionamiento e inversión del Estado, bajo la lógica del pronóstico de un ingreso futuro, y dentro del marco de una factibilidad basada en presunciones de ingreso fiscal y crecimiento económico. Por eso se llama presupuesto. El mejor presupuesto es aquel que se deriva de un plan, de cuya concepción se enumeran los recursos necesarios para ejecutarlo. El complemento imprescindible  de este proyecto financiero es definir exactamente de dónde saldrán los recursos para financiarlo. Los últimos cinco  presupuestos de Guatemala se han financiado con una mezcla de ingresos fiscales y préstamos.
 

En otras palabras:  impuestos y deuda.

Algunos han propuesto medidas encaminadas a manejar el Presupuesto General de la Nación dentro de un marco de rigor técnico y con algún grado de blindajes. Entre la preocupación más grande: “La práctica generalizada de contraer compromisos de gasto público sin el debido crédito presupuestario, lo cual ha creado una peligrosa acumulación de reclamos de pago denominada “deuda flotante”. Esto daña gravemente la transparencia del gasto, y  viola flagrantemente la normativa legal al generar un elevado nivel de incertidumbre en las finanzas públicas”.

Aun cuando los impuestos son, como su nombre lo indica “im-puestos”,  en nuestro país uno de los principales factores de oposición para no pagar más impuestos es la corrupción generalizada que prevalece en buena parte del Estado. Cualquier plan de modernización o pacto fiscal que excluya medidas concretas y mecanismos de verificación y transparencia, será rechazada por los contribuyentes que están cansados de oír la cantaleta de ser un  Estado débil porque no llegamos a un porcentaje de impuestos  “aceptable” del PIB.

Cualquier diplomático o político que hable en esos términos se encontrará  con una muralla políticamente infranqueable del sector empresarial y la sociedad en general. Están hartos del despilfarro, la ineficiencia y el saqueo generalizado. Así  de simple.

Hay tres simples recomendaciones que han estado encima de la mesa desde los tiempos gamonales y el ocaso de las vacas gordas. El primero es simple: definir qué  tipo de país queremos y sumar los costos para conseguirlo. El segundo es igual que el primero, quitando todo aquello que es impertinente  o no encaja dentro de ese Plan de País. El tercero es encaminar todo el sector público para trabajar bajo resultados medibles de eficiencia y efectividad. Para ello es absolutamente esencial aprobar la Ley de Servicio Civil, aunque les duela en el alma y se queden sin tener con qué  pagar los “huesos” del compromiso electorero. Esto permitiría instaurar el servicio civil profesional, sobre la base de una meritocracia que premie la eficiencia, la preparación académica y el buen desempeño. Ahí nos ahorramos una parte sustancial del presupuesto operativo del Estado. Afuera los haraganes, las secretarias nalgudas y los ladronzuelos rapaces.

La otra ley, también de carácter vital para eliminar la opacidad y la calidad del gasto público, es el outsourcing, la contratación privada enmarcada dentro de la Ley de Alianzas Público-Privadas. Al carajo las cocinas shucas de los hospitales, los robos descarados, los sistemas ineficientes de cualquier servicio que preste el Estado.

Infraestructura estratégica: súper carreteras, cárceles, puertos y aeropuertos, a costo cero de endeudamiento, con enorme impacto en la productividad económica, están a la orden del día en todos los países desarrollados. Empresas deseosas de invertir en proyectos de largo plazo, con cero riesgo para nuestro país, están ahí, esperando que se abran las plicas del interés.

Pero nosotros andamos como sonámbulos en vigilia legislativa permanente,  esperando que las huestes del voto digan sí  a tanto por mano shuca levantada.

Si seguimos así la vaca flaca parará en churrasco…

Publicado el 05 de agosto de 2014 en www.prensalibre.com
http://www.prensalibre.com/opinion/Innovacion-vacas-flacas_0_1187881222.html

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