Entre las tantas prácticas que los guatemaltecos no tenemos bien afinadas se encuentra una con características críticas en nuestros tiempos: la denuncia ciudadana. Una denuncia que también puede interpretarse como fiscalización de la sociedad.
Los niños no entienden de fronteras. Los adultos les ponemos fronteras. Por eso hoy siento la tristeza de saber que, no menos de 60 mil niños están en peligro de expulsión del norte revuelto y brutal que los desprecia.