El meollo

Los niños de la frontera.
 
Lo que haga o deje de hacer Estados Unidos al respecto, es ajeno al problema toral, al eje que activa el fenómeno fatal que padece la niñez y la juventud de nuestro país. Lo cierto es que, día a día, perdemos la oportunidad verdadera de apostar por ellos. En pleno siglo XXI, estamos atollados en la desolación. Vivimos rozando los lindes de la tragedia por no prevenir, al menos a través de la educación pública, y evitar tan arrolladores fenómenos. Sin embargo, en nuestra historia reciente, a muchos funcionarios más les han valido las instancias públicas para enriquecerse grotescamente, que para asumir el honor, coraje y dignidad de hacer correctamente su trabajo. ¡Basta ya de campañas, banquetes, regalos! En Guatemala, no más del 25 por ciento de la población culmina la secundaria. ¿Qué le queda al otro 75 por ciento?: La calle, el mercado informal, la maquila, la violencia o la migración. Es sabido que la escuela fortalece relaciones interpersonales, identidades, responsabilidades ciudadanas. A mayor educación, mayor permanencia y arraigo. 

 

Cantidad de personas e instituciones han manifestado su repudio por los miles de niños, pequeños, íngrimos, que emprenden el éxodo de la muerte. Sería fantástico que hoy, instituciones o personas, pronunciemos nuestra indignación por las constantes penurias en materia educativa. Los retrocesos, las ausencias, las deserciones, la nula inversión en calidad, las condiciones nefastas de las escuelas rurales, por enumerar algunas. El tema de la emigración infantil es tan serio, como seria es nuestra democracia fallida, incapaz de apostar por la raíz. Quizá, el mayor mal esté en reaccionar hasta que llega la tragedia. Luego se culpa a lo inmediato (¿padres de familia?), lanzando por la borda las responsabilidades constitucionales, cada vez en mayor deterioro. La miseria, la violencia, el vacío cooptaron a gran parte de la población.

“Aumentan menores enviados a juzgados. Extorsiones y homicidios son los delitos por los que más adolescentes han sido procesados”. “22 menores han desaparecido en los primeros días de julio”. Tales titulares, ¿reflejan lo que ofrece esta tierra a su niñez? Casi 4 mil denuncias anuales en la PDH, por violaciones a derechos de los menores. ¿Y el hambre? El verdadero problema no es qué haga Obama (seguramente, reforzar la seguridad en fronteras), o cómo construir más cárceles. El problema es qué vamos hacer nosotros ante semejante desventura. He ahí el meollo.

Publicado el 09 de julio de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Anabella Giracca
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140709/opinion/250505/

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