¡Cierren las aduanas!

Ello implicaría grandes beneficios.

El inolvidable Pepe Batres Montúfar en Las falsas apariencias, (poema endecasílabo que, aunque compuesto en la segunda mitad del siglo XIX, todos leímos en bachillerato), escribió una sabia y sarcástica estrofa de total actualidad:

Hubo siempre y habrá contrabandistas

que al gobierno defrauden sus caudales,

a pesar de los guardas, de los vistas,

los administradores, los fiscales;

inútilmente los economistas

con su ciencia y sus fórmulas legales

el medio de evitarlo van buscando;

¡Mientras mas leyes hay, mas contrabando!

Como se dice popularmente: más claro no canta un gallo. Fue una pena que el exministro Pavel Centeno no leyera este poema en bachillerato, porque se hubiera evitado los “quebrantos de salud”, que dice padecer.

Para que haya aduanas honestas, necesitaríamos que los vistas no fueran hombres, sino ángeles; o, al menos, chapines que vinieran de hogares integrados, educados en la virtud, con alta autoestima, que en la escuela les enseñaran ética para que no se dejaran deslumbrar fácilmente con el dinero ofrecido bajo la mesa. Pero, como lo anterior es una misión imposible, lo mejor es buscar la solución en otra parte de la ecuación. Y esto sería la de suprimir las aduanas. Y muerto el chucho, se acabó la rabia. Las importaciones solo pagarían el IVA, el cual el importador recuperaría al vender localmente el producto. Si alguien no pagara el IVA al ingresar la mercadería, tampoco tendría derecho al respectivo crédito fiscal, teniendo que enviar luego al fisco todo el IVA producto de la venta local.

La eliminación de las aduanas, traería gran beneficio al pobre que, por ejemplo, compraría refrigeradoras a menores precios. El trabajador que no ajusta el dinero para adquirir un auto, ya sin los aranceles de importación podría quizá acceder a él. El guatemalteco de menores ingresos conseguiría artículos más baratos y de diversas calidades. El monto que el fisco deje de percibir por la supresión de las aduanas, podría compensarse con el aumento de algún otro impuesto.

Lástima que nadie quiera meditar a fondo la sabia estrofa del poema de Pepe Batres Montúfar, porque otro gallo nos cantaría. Lo que a los guatemaltecos nos falta es imaginación y audacia. ¡Cambiar de medicina!, porque la que inveteradamente nos vienen dando no hace ningún efecto.

 
Publicado el 25 de octubre de 2013 en www.elperiodico.com.gt por Gonzalo Asturias Montenegro
http://www.elperiodico.com.gt/es/20131025/opinion/236749/ 

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