Guatemala en la antesala de la muerte

Para quienes aún no se han percatado, Guatemala atraviesa uno de sus peores momentos de la historia.

Basta hacer un recorrido por los principales medios mundiales para percatarse como en un abrir y cerrar de ojos nos convertimos en la nueva Ruanda, en la Bosnia del Siglo XXI y casi en una fotocopia de la Alemania Nazi.

Es vergonzosa la manera en que los medios internacionales cubrieron la sentencia que hizo la jueza Yazmin Barrios en contra del General Efraín Ríos Montt, y en consecuencia del Estado de Guatemala, por el delito de Genocidio.

Una sentencia en primera instancia a todas luces ilegal, parcializada y sobre todo llena de cuestionamientos por la presión de la comunidad internacional, que estuvo presente en cada Segundo del juicio; así como por la falta de ética de la jueza que evidenció desde un inicio su pensamiento izquierdista y radical, que culminó el día en que dictó sentencia y alzó los brazos en señal de triunfo y saludo, como que fuera una estrella de rock y no una profesional del derecho.

El broche de oro, lo cerró cuando un noticiero la captó con su cámara desayunando en el hotel Panamerican junto a una extranjera que  permaneció junto a los Ixiles en el juicios y vitoreo la condena. Y en este caso, la ley lo dice claramente, no se puede ser juez y parte porque es ilegal y atenta contra el Estado de Derecho.

Ahora sera la Corte de Constitucionalidad quien resuelva si este dictamen es legal o no. Sobre los magistrados pesa un fallo histórico. No obstante, el daño que se ha causado a Guatemala, los adjetivos de genocidio que pesan sobre todos sus ciudadanos y esta revancha política está consumada.

Como lo he expresado en varios editoriales, yo no defiendo a Ríos Montt, sin embargo hay que resaltar que en nuestro país hubo una terrible Guerra que duro 30 años y dejó bajas de ambos lados. Sufrieron los indígenas y la guerrilla atacada por el ejército por atentar contra la Constitución, pero también los civiles, el sector privado, campesinos indígenas y miles de inocentes fueron víctimas de una guerrilla asesina, criminal, que los secuestro, asesinó, torturó y quemó sus fincas.

Acá es donde la desigualdad se hace evidente entre un bando y otro.

Como escribió mi colega Jose Raul Gonzáles Merlo, el “juicio del siglo” ha servido menos para la paz y más como punto de apoyo a un nuevo conflicto. Peor aún, el juicio más relevante de nuestra historia, el que “ponía a prueba el sistema de justicia”, se condujo a toda velocidad y “saltándose las trancas” legales, como se dice en buen chapín. Y cuando, finalmente, fue el turno del general para exponer su propia defensa, el tribunal hasta le impidió auxiliarse con documentos escritos. Tenía que dar su declaración “de memoria” —como le ordenó la jueza—.

Estando así las cosas, el “juicio del siglo” finalizó con el mismo cinismo con el que fue conducido por el tribunal durante poco más de un mes.

De acuerdo con notas de prensa, luego de leída la sentencia, la porra comenzó a cantar y “al finalizar la canción alguien pidió con un grito una ovación para la jueza Barrios, que, emocionada, alzó los brazos en señal de agradecimiento por los aplausos… se sentó, encendió su micrófono, y pidió que se llevaran al acusado, que, ya en calidad de detenido, fue trasladado al Cuartel de Matamoros”. A esas alturas del partido, ya no era necesario fingir imparcialidad o profesionalismo, y la emoción traicionó a la juzgadora. Un vergonzoso epitafio para el linchamiento del siglo.

Publicado el 24/05/2013 en www.sylviagereda.com por Sylvia Gereda 
http://sylviagereda.com/?p=796

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