Jorge Jacobs

Asunto: La Ley no se cumple -columna de Jorge Jacobs-

La Ley no se cumple
Mucho se ha dicho sobre la Ley del Sistema Nacional de Desarrollo Rural Integral y sobre el infructuoso intento por parte del partido oficial de aprobarla. Dicen sus defensores que no es una reforma agraria; que no atenta contra la propiedad privada; que es la panacea que logrará sacar a los campesinos de la pobreza. Pero la excusa para aprobarla más oprobiosa que he escuchado fue la que un diputado oficialista le dio a un conocido: “¿Por qué se preocupan por los efectos que pueda tener la ley, si de todos modos en Guatemala no se cumplen las leyes?”.

JORGE JACOBS A.
Más allá de toda la discusión sobre dicha legislación —con la que, dicho sea de paso, no estoy de acuerdo— me preocupa sobremanera esa visión tan cortoplacista que lamentablemente no es exclusiva de este diputado sino que es compartida por muchas personas, dentro y fuera del Legislativo.

El flagrante irrespeto por la ley que abunda a lo largo y ancho del país es el resultado de tanto año de vivir en un sistema disfuncional, donde todos hacemos como que respetamos la ley, pero no la espetamos, y quienes deberían velar porque esta se cumpla, no lo hacen y en la mayoría de los casos son los primeros en violarla. El problema es de raíz, ya que mucha de la legislación es ilegítima, como mínimo, y en muchos casos hasta incumplible.

Luego de algún tiempo se va asentando la mentalidad de que: como la legislación es incumplible y además las autoridades tampoco hacen nada para que se cumpla, podemos vivir violando la legislación sin que nada nos suceda, es decir, sin que paguemos las consecuencias de no cumplir con la legislación. El resultado es que vivimos en una sociedad donde el respeto a la ley y la legislación es completamente voluntario y casi hasta un acto heroico.

De allí que vemos a gente cometiendo desde las faltas más sencillas hasta los crímenes más horrendos, con toda la tranquilidad del mundo a sabiendas de que muy difícilmente pagará las consecuencias de sus faltas. Desde el que se pasa un semáforo en rojo, el que vapulea a su esposa, el que bloquea una carretera, el que roba celulares hasta el que secuestra y asesina, todos saben que violan la legislación, pero no les pasa nada.

Y cuando esta mentalidad se enraíza, llegamos al colmo del descaro de que hasta un “legislador” se dé el tupé de decir que no importa qué tan mala, dañina o nefasta sea una legislación que apruebe, ya que, al fin y al cabo, nadie la va a cumplir. ¿Habremos caído a lo más bajo que se puede llegar?

¿Por qué me preocupa? Porque creo que debemos aspirar a algo mejor. Debemos aspirar a vivir en un Estado de Derecho donde la ley sea respetada y respetable. Donde todos, especialmente los gobernantes, acatemos la ley y paguemos las consecuencias cuando no lo hagamos. Pero no se puede avanzar hacia ese ideal aprobando legislación mala e incumplible, bajo la excusa de que igual no se va a cumplir. Esa me parece la justificación de los insensatos, irresponsables, cínicos y timoratos. ¿Será que ellos son los que nos gobiernan?

Fuente: Columna publicada en Prensa Libre 6.12.12

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