Subdesarrollo prural
Leyes ideadas desde escritorios urbanos alejados de la ruralidad y la realidad campesina. Concebidos en vientres ideológicos obsesionados en parir engendros agotados. Es una obsesión, casi un mito simbólico, la insistencia de atacar la estructura de la tenencia y la propiedad de la tierra en pleno siglo XXI, y pretender disminuir la importancia fundamental de la propiedad
privada en el desarrollo rural, es como quemar bombillas eléctricas para forzar el uso de candelas.
ALFRED KALTSCHMITT
¿Cómo no va a saltar la liebre de la confrontación de este sombrero de mago barato, señores? Son cinco líderes, que hacen mucha bulla, liderando un grupo de asalariados pagados por esos países que no entienden que la cosa no es de “pobrecitos los inditos”, sino de prácticas y teorías económicas ¡irrefutables! A saber: que la agricultura de subsistencia es igual a subdesarrollo y pobreza rural.
Que la agricultura intensiva, de corte comercial, con técnicas agrícolas de producción y manejo poscosecha, asistencia crediticia y sistemas de comercialización competitivos de mercado solo pueden darse en entornos de cooperación institucional —léase cooperativas y asociaciones diversa. Que NO todos los campesinos tienen vocación agrícola y el espíritu emprendedor necesario para encajar en tales esquemas. De esa cuenta es que la mayoría lo que demanda es acceso a empleos bien remunerados y servicios públicos dignos, cosas ambas que solo pueden darse por medio de inversiones que generan impuestos y entornos de gobernabilidad.
Pero siempre nos quedamos enredados en el mismo silogismo bárbaro. No hay inversión porque no hay estabilidad ni gobernabilidad, no hay empleos porque no hay inversión. Invasiones de fincas, protestas, incendio de hoteles, agresión a militares y policías, incendio de camiones, robo de explosivos, carreteras tomadas decenas de veces al año, es una fórmula para atraer la pobreza, no la riqueza. Esto no tiene nada que ver con la criminalización de la protesta social, tiene que ver con respeto al estado de Derecho.
El Estado de Guatemala ha quintuplicado los presupuestos en los últimos 20 años. Debería haber una incidencia de esa inversión. ¡No la hay! Lo que hay es corrupción, desperdicio, malas prácticas y la carencia de un plan de largo plazo que tome en cuenta los inventarios netos de nuestras potencialidades y nos permita EXPLOTARLAS racionalmente sin estorbo ni interrupción alguna durante una década como mínimo.
Puedo dar fe que educación, más empresarialidad rural, más agricultura intensiva, microcréditos y asistencia técnica, es la ÚNICA fórmula de sacar de la pobreza al campesinado guatemalteco, indígena y ladino. Tengo 28 años de comprobarlo, en más de 24 fincas organizadas en clusters, compradas con donaciones privadas. Casi dos generaciones de indígenas que nacieron en un entorno de cohesión comunal, con acceso a servicios básicos, educación, salud y una alimentación adecuada. La mayoría no les interesa la tierra, sino oportunidades y acceso a una vida digna. Algunos quieren seguir estudiando en la universidad. Hay más de 27 graduados de la Universidad del Valle. La mayoría quieren capacitarse y acceder el mercado laboral.
Eso es incidencia. No es ideología de derecha o izquierda. Es una simple fórmula para desarrollar el interior del país. Lo demás son pajas ideológicas cuya verdadera intención es generar espacios de poder para tener acceso a manejo de fondos y a una incidencia politiquera perversa.
La Ley de Desarrollo Rural contiene errores garrafales. La burocracia que se perfila creando ministerios innecesarios compitiendo entre sí es un error en estos tiempos de vacas flacas y gasto opaco.
Es falso que esta ley se discutiera exhaustivamente. Nunca lo permitieron, porque ha habido borradores de borradores y en cada uno le han ido agregando más burradas.
Tocar la estructura de la tenencia y el “uso” de la tierra, entregándoles el gatillo a estos cinco líderes, es un suicidio político.
COLUMNA PUBLICADA EN PRENSA LIBRE 4.12.12
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